Sunday, May 07, 2006


El canto de las sirenas hipnotiza a los navegantes hasta enloquecerlos. Sin embargo, que hermoso canto. como escucharlo sin perder la cabeza? Ulises se tapo los oídos y para asegurar su cordura se hizo amarrar al mástil de su embarcación. Acaso escucharía a través de los tapones que se fabricase en aquellos tiempos? la historia concluye con el héroe victorioso del encanto de las cantoras, pero quedaría por revisar sus muñecas maltrechas de la batalla por la liberación. Ulises las escuchaba a través de sus tapones y las deseaba enfermizamente. hubiera dejado todo arrojándose al mar en su encuentro. ubiera matado a su madre por poseer lo que estaba escuchando... o creía escuchar. sin embargo lo logro, unas pequeñas obstrucciones y una buena amarra fueron suficientes para poder escuchar el canto de las sirenas sin enloquecer.
y así anda uno por el mundo, con gloriosas historias en la cabeza, soñando héroes inalcanzables y mujeres con mitad de cuerpo de un pez y voces de las mas encantadoras que uno pueda imaginar. imágenes de mujeres espectaculares, con rulos largos y cabelleras rubias esplendidas, cuidadas por el efecto natural del agua salada mezclado con el sol siempre radiante que las broncea.
quien diaria que un día me contraria con una de ellas? quien diría también que lograse yo repetir la odisea homerica del buen Ulises?
como Ulises yo también necesite de algún tipo de obstrucción y algún refuerzo al que aferrarme para no perder la cabeza.
fue así como un día navegando por los mares turbulentos y misteriosos del blues de los evites y treintas deje caer, por siempre simpatía con una imagen, sobre el tocadiscos, un viejo y polvoriento disco de pasta. la rasposa fritura fue mi protección y el tiempo mi amarra. saltando por encima del ruido una voz femenina y dulce me canto sobre cosas tristes con una sonrisa divertida; con el sexo en la garganta jugo a ser una diva que se pasea por los callejones oscuros de un Chicago cargado de música; como una prostituta que inisia a un niño, me enseño los misterios de la censualidad... del blues
no tenia cuerpo mitad humano mitad pez sino una silueta delicada y armónica; su cabellos no caían cubriendo su pechos sino que el suyo lo mantenía recogido (las noches que habre soñado con dejárselo caer) dejando ver su rostro luminoso y sonriente. su piel de color chocaba con las imágenes por tanto tiempo almacenadas en mi archivos mentales, opacando la blancura insulsa de las criaturas homéricas.
En una esquina céntrica de una cuidad de ensueños, en blanco y negro, entre el ruido de la urbe, Georgia dicen que es su nombre, White su apellido... y sin ninguna duda vende vender las mejores nueces

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